La puerta de la felicidad se abre hacia dentro, hay que retirarse un poco para abrirla: si uno la empuja, la cierra cada vez más.
Sören Kierkegaard
¿Podrías imaginar tu vida sin reloj? El reloj se ha vuelto imprescindible en nuestros tiempos, contamos cada segundo del día para cumplir con todas nuestras obligaciones. Desde que salimos de casa vemos el reloj y contamos los minutos para llegar a la oficina, al ascensor, al coche, al gimnasio, a la casa… Termina el día y sentimos que nos faltan horas.
Vivimos inmersos en una sociedad que vive y se mueve a toda velocidad, las innovaciones tecnológicas aparecen a ritmos vertiginosos y tenemos que trabajar duro para mantenernos al día.
“Ya se me hizo tarde. ¡Me voy, me voy, me voy!”
¿Cuándo fue la última vez que te tomaste el tiempo de hacer algo que te gusta sin mirar el reloj? Cada vez nos parecemos más al conejo blanco de Alicia en el país de las maravillas, siempre corriendo, con prisa, sin tiempo para detenerse un segundo por temor a llegar tarde.
Pensamos, soñamos y nos preocupamos por el futuro, pero en ocasiones no hacemos nada para lograr lo que queremos. Por falta de tiempo o por estar demasiado ocupados trabajando para el futuro, dejamos para “mañana” desde el pago de nuestras cuentas, hasta las decisiones más importantes que puedan cambiar nuestra vida. Este puede ser un claro síntoma del síndrome de la felicidad aplazada.
¿Qué es?

Shhh… La guía definitiva para enseñarle a tu bebé a dormir


El síndrome de la felicidad aplazada (o deferred happiness syndrome en inglés) se caracteriza por la angustia de no tener tiempo para hacer todo lo que debemos hacer, lo que nos lleva a posponer los momentos de recreación, diversión y descanso para después.
Se calcula que alrededor del 40% de las personas que viven en países desarrollados sufren de este trastorno que les impide ser felices y disfrutar el presente.
Algunos síntomas son:
Desear una vida con más comodidades y lujos que nos obliga a trabajar más tiempo, pensando que sólo seremos felices cuando tengamos todo lo que soñamos.
Ahorrar todo lo que podemos para cuando nos jubilemos o seamos mayores, sin darnos cuenta que lo más importante es disfrutar el aquí y el ahora.
Miedo al cambio. Muchas veces preferimos quedarnos en un trabajo que nos disgusta o con una persona que no nos hace felices por miedo a tomar decisiones radicales.
Ser feliz hoy
Sacrificamos nuestra felicidad presente por la futura, sin tener la certeza de que ésta llegará algún día. Nos da miedo tomar decisiones que representen un riesgo para nuestro futuro y preferimos la seguridad en su versión más cómoda.
Sin embargo, hay situaciones críticas como enfermedades, muertes o crisis laborales o personales que nos empujan a cuestionarnos sobre nuestras prioridades, sueños y metas, y sirven de catalizadores para generar acciones que cambian nuestra vida con el objetivo de ser felices HOY.
No esperes a que algo suceda, tómate tu tiempo para disfrutar de la vida. No dejes tu felicidad para mañana o en manos de los demás, sólo tenemos una vida y hay que vivirla al máximo.
Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad.
Pearl S. Buck