Por ello, te presentamos las distintas etapas del trabajo de parto y lo que pasa en cada una de ellas.
El parto ocurre cerca de las 40 semanas de gestación (dos semanas antes o dos después). Para entonces, es probable que experimentes molestias físicas normales relacionadas sobre todo con el peso y la presión que ejerce el bebé sobre diferentes órganos.
Sin embargo, es importante que llames a tu médico si presentas síntomas como sangrado, vómito, dolor de cabeza, zumbido de oídos, alteraciones visuales o hinchazón repentina de pies y piernas.
En los días previos al trabajo de parto, algunas mujeres perciben contracciones conocidas como Braxton Hicks, las cuales son irregulares, normalmente indoloras y duran poco tiempo. No tienes por qué preocuparte, pues éstas pueden ceder si descansas un poco o cambias de posición.
Otra de las primeras manifestaciones de que el bebé viene en camino es la salida del tapón mucoso, que protegía la entrada al útero. Su aspecto es transparente o blanquecino y puede contener un “hilo” de sangre. Sin embargo no es confiable: hay mujeres cuyo tapón mucoso sale horas o días antes, y otras no perciben su salida. En otros casos, el inicio del parto se hace evidente por la ruptura de membranas (“la fuente”), que es la salida de una gran cantidad de líquido a través de la vagina.
Las etapas del parto

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Primera etapa
Se caracteriza porque el cuello del útero, que se encontraba cerrado, se abre gradualmente hasta alcanzar unos 10 centímetros (dilatación), para permitir el paso del bebé. Esta etapa es la más larga y se divide en tres fases.
- Fase temprana
El útero comienza a contraerse constantemente. Cada contracción dura de 30 segundos a un minuto y se presentan de cada 5 a 30 minutos. Suelen ser suaves y lentas; al inicio puedes sentir que tu vientre se “pone duro” y la sensación se irradia hacia la espalda. El cuello uterino se dilata de 2 a 5 centímetros y el bebé va descendiendo por la pelvis. Este proceso tarda varias horas (más en las mamás primerizas) por lo que puedes dormir un poco, tomar un baño, ingerir alimentos o dar una caminata, según lo que tu cuerpo te indique. - Fase activa
En mamás primerizas, dura casi 3 o 4 horas. En ésta, las contracciones son más fuertes, largas (45 a 60 segundos) y ocurren cada 3 minutos; el cuello del útero se dilata de 4 a 8 centímetros. La incomodidad aumenta por el dolor, y el descenso del bebé puede generar una sensación de presión en la zona del recto, en la espalda baja o molestias en las piernas. Todas estas sensaciones son normales y transitorias. - Fase de transición
Para muchas mujeres es la fase más difícil, y afortunadamente, es también la más corta (15 minutos a 2 horas). Las contracciones duran de 60 a 90 segundos y se presentan de 1 a 3 minutos; el cuello del útero se dilata por completo y el bebé atraviesa el canal de parto. Además del dolor, pueden llegar a presentarse náuseas, temblores, sudoración y escalofríos.
Segunda etapa
Corresponde a la expulsión o salida del bebé. Se puede sentir ardor, una gran presión, la necesidad de pujar y ganas de defecar conforme el bebé se acerca a la salida de la vagina. Al salir la cabeza, el médico retirará el exceso de moco de nariz y boca del bebé para ayudarle a respirar. La salida de los hombros y el resto del cuerpo es más fácil y menos dolorosa.
Tercera etapa
Inicia después del nacimiento del bebé y finaliza con la expulsión de la placenta, el cordón umbilical y las membranas, que serán revisados por el médico para asegurarse de que han salido completamente, pues la presencia de restos constituye una amenaza seria para la salud de la madre.
Mentiras comunes sobre el parto
- Tener un bebé en el hospital es más seguro que hacerlo en casa
Los embarazos considerados de bajo riesgo pueden concluir con un parto en casa de manera segura, haciendo esta experiencia cálida y más cómoda para la mujer. En diversos países el porcentaje de mujeres que elije esta opción es muy alto (alrededor del 30 a 40% en Holanda). Por desgracia, en México se carece de la infraestructura y el personal necesarios para hacerlo.
- La madre debe permanecer acostada durante el trabajo de parto
Permanecer acostada retrasa el proceso de dilatación y dificulta que el oxígeno llegue al bebé a través de la circulación. Puedes caminar un poco, pero lo más importante es que tú elijas la posición más cómoda en el período de dilatación y en el de expulsión, independientemente de lo que sea más “práctico” o “cómodo” para el médico.
- El vello púbico debe ser rasurado y debe de hacerse un enema para evitar infecciones
El vello púbico es un mecanismo de defensa contra microorganismos, por lo que el rasurarlo sólo generará comezón y molestias después del parto. Por otra parte, aplicar un enema no significa evitar la sensación de necesitar defecar durante el parto ni la posibilidad de expulsar materia fecal. Recuerda que médicos y enfermeras están preparados para lo que suceda.
- No se deben de ingerir alimentos y bebidas durante el trabajo de parto
El esfuerzo físico que realiza tu cuerpo durante el parto genera la necesidad de mantenerte hidratada y con energía. Se ha demostrado que la ingesta de bebidas isotónicas, agua y pequeñas cantidades de comida ligera previenen la deshidratación y el vómito.
- La episiotomía es un proceso de rutina que se lleva a cabo para prevenir desgarres
La episiotomía es el corte con tijeras de la piel y músculos de la vagina y el periné (la piel entre ésta y el ano) con el fin de hacer más grande el espacio por el que atraviesa el bebé. La realidad es que la vagina puede expandirse lo necesario en un trabajo de parto normal y la episiotomía no previene posibles desgarros. Este procedimiento es para casos muy especiales, y aunque es una práctica común en los hospitales del país, puede tener consecuencias como desgarres más serios, disfunciones sexuales, incontinencia fecal, fístulas, sangrados e infecciones.
- El recién nacido debe ser separado de la madre para ser revisado
A menos que el bebé presente un problema al momento de nacer, no hay prisa para pesarlo, medirlo, limpiarlo o hacer una revisión exhaustiva, por lo que es innecesario mantenerlo alejado de su madre.
- Si ya tuviste cesárea, no puedes tener un parto natural
Las causas que llevaron a la realización de una cesárea pueden no estar presentes en un nuevo embarazo. El parto vaginal es seguro después de haber tenido una cesárea, siempre y cuando la primera haya sido hace más de dos años y no existan otros problemas asociados. Las contraindicaciones absolutas son: si la incisión que hicieron al útero fue vertical o si en aquella ocasión la cicatriz del útero “se abrió” (dehiscencia). Existen otras condiciones, pero es el médico quien debe valorar las características de cada caso y explicar los riesgos y alternativas a la madre.