Hay una frase poderosa que dice: “Si dudas, no hay duda”. Llevas tantos domingos haciendo berrinches y teniendo ataques de ansiedad porque sabes que se termina el fin de semana y regresarás a la oficina, que maldices todo y a todos porque son tontos y no te entienden ni te toman en cuenta.
En un momento de honestidad, te das cuenta de que la felicidad laboral es un viejo cuento y que tu realidad no corresponde con la que vivías hace algunos meses o años. ¿Llegó la hora de moverte? Descúbrelo con estos cinco signos:
- Todo lo ves como una tortura. No importa qué día es, si presentarás el proyecto de tu vida o habrá un convivio con los demás. Te lo repites mientras te bañas, secas el cabello, desayunas, vas en el carro o transporte y durante todo lo que la jornada dura.
- Tu humor va en declive. Nunca estás de buenas y cada detalle relacionado con la oficina saca lo peor de ti en segundos; por si fuera poco, tu familia y amigos se preguntan qué suerte les tocará hoy cuando convivas con ellos, ya que te has vuelto impredecible y explosiva.
- ¿Arreglarse? ¡Qué es eso! es eso? Tu aspecto físico ha dejado de preocuparte; no te interesa combinar tu ropa ni mantenerte en forma. Te metes a la regadera, te pones lo primero que encuentras y es una decisión consciente porque al final “nadie lo va a notar”.
- Vives otra realidad. Todo el tiempo fantaseas sobre cómo será el día que renuncies; no sabes si será para irte a un mejor lugar o gozar tus ahorros, pero imaginas una y otra vez cómo le gritarás al directivo, azotarás la puerta y saldrás corriendo.
- Para ti siempre hay un mañana. El tedio es tanto que a veces no contestas el teléfono ni los correos electrónicos. Tampoco te apuras en hacer tus labores ni sientes emoción mientras las realizas; es más, empleas tu mente en encontrar formas para no efectuarlas y salir victoriosa.
Si te identificaste con una o más situaciones como éstas, es tiempo de buscar otro empleo porque el que tienes te hace sentir miserable y te llena de fracasos. Reconocerlo es difícil, pues experimentas incertidumbre; sin embargo, antes de presentar tu carta impresa y firmada pregúntate cosas como:
- ¿Qué es lo que más me frustra?
- ¿Cuál es mi plan tras despedirme de esta empresa?
- ¿Tengo dinero ahorrado? ¿Para cuántos meses me alcanza?
- ¿Esta decisión me hará más feliz?
- ¿Hay opciones que pueda probar antes de dar el paso?
Recuerda que cuando una de las aristas de tu vida está menguando, termina por afectar a las demás y la debacle es irreversible. Prevén el colapso y ve por opciones que te devuelvan las ganas y el interés de seguir creciendo en el ámbito laboral.

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