
El sangrado en las etapas tempranas de la gestación es algo normal. A veces va acompañado de dolor en la región lumbar de la espalda y en la parte inferior del abdomen. El endometrio forma un grueso «colchón» de vasos sanguíneos y cuando la blástula se implanta, un poco de sangre se libera de la pared uterina. Sin embargo, ésta es la manera típica en que se inicia el aborto, así es que lo mejor es notificar al médico y vigilar el sangrado. Por ejemplo, si aumenta después del ejercicio, las relaciones sexuales o un día ajetreado, es mejor limitar estas actividades hasta que desaparezca. El sangrado en el primer trimestre es común, incluso se ha reportado que se presenta en la fecha correspondiente a la menstruación, pero en el segundo y tercer trimestre es mucho más peligroso.
No obstante, se debe considerar al sangrado excesivo, la salida de coágulos o tejido, el aumento en el dolor y/o la temperatura como señales de alarma. De hecho, si la descarga es de color café o rosado es una buena señal, pero si se vuelve rojo brillante, se debe llamar al médico de inmediato.
También es necesario que como futura mamá te realices pruebas para verificar que no presenten infecciones de microbios como clamidia o vaginosis bacterianas, que pueden ocasionar partos prematuros y sangrado.
A pesar de que se recomienda permanecer en cama cuando hay sangrado durante el primer trimestre, no existen investigaciones certificadas que confirmen la utilidad de esta medida.

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