Por lo general, las enfermedades neurológicas y el embarazo no tienen ningún efecto entre sí, pero hay algunas alteraciones nerviosas que se desarrollan durante la gestación, que pueden dañarla o empeorarla.
La epilepsia de origen desconocido no afecta el curso del embarazo, sin embargo, la madre puede sufrirlo por primera vez durante él. La enfermedad puede mejorar, empeorar o permanecer sin cambios, pero no es posible predecir el efecto de la gestación sobre ella. Hay evidencias que señalan que la retención excesiva de líquido y sal induce ataques epilépticos.
También se ha visto que las mujeres embarazadas presentan mayor susceptibilidad a la poliomielitis, pero el embarazo tampoco afecta ni la gravedad ni el curso de la afección, así como la enfermedad no afecta la gestación. Los riesgos que existen en estos casos es que los músculos respiratorios se paralicen, con lo que la madre tendrá dificultades al final del embarazo, cuando el útero presione el diafragma, o bien, puede ocurrir que el bebé se contagie la enfermedad durante el parto.
En cuanto a la polineuritis, un problema nervioso causado por la deficiencia de vitamina B, no afecta al embarazo, pero puede causar complicaciones, sobre todo si la paciente ha sufrido accesos graves y prolongados de vómito.
Los casos de neuralgia (dolor que irradia a lo largo de los nervios) son más frecuentes a medida que se acerca el parto, sobre todo en el nervio ciático que queda atrapado entre la pared de la pelvis y la cabeza del bebé.
Algunas veces, y como parte de los cuadros clínicos de la preeclampsia y la eclampsia, se presenta daño cerebral con hemorragia hacia la sustancia del cerebro. Según parece, el embarazo afecta de manera adversa algunos tipos de tumores cerebrales, pero estos últimos no afectan a la gestación.
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En las personas inestables, el embarazo puede agravar algunos problemas psiquiátricos latentes, pero es raro que ésta clase de afecciones aparezcan por primera vez antes del parto. Hay una serie de alteraciones emocionales ligeras, como puede ser un aumento en la ansiedad, irritabilidad y temor por el parto o por la normalidad del bebé, que suelen darse con más intensidad al principio de la gestación.
