La glomerulonefritis, una afección de las masas de capilares en los nefrones (las unidades funcionales de los riñones) por lo general va precedida por una infección ocasionada por estreptococos. Las incidencias de aborto y de parto prematuro aumentan entre las mujeres que padecen este problema durante el embarazo. Si la glomerulonefritis es crónica, el feto puede morir y la vida de la madre corre peligro si llega a presentarse una falla renal.
La tuberculosis renal ya curada no es una contraindicación para el embarazo si la enfermedad ha estado controlada por tres años o más y los riñones funcionan normalmente. Si la tuberculosis está presente, pero es asintomática, el embarazo puede activarla. En este caso y si la infección está limitada a un riñón, existe el peligro de que el otro riñón también se infecte. La interferencia con el flujo de la orina que es característico del embarazo, constituye un factor importante para el desarrollo de estas infecciones.
Anteriormente, el tratamiento aceptado cuando había tuberculosis en un riñón durante el embarazo, era el aborto terapéutico seguido por la extirpación del riñón tuberculoso. En la actualidad, este procedimiento logra evitarse en algunos casos debido a la efectividad de los medicamentos antituberculosos modernos. A veces es necesario extirpar un riñón debido a la presencia de un tumor, piedras, por una infección o tuberculosis; sin embargo, se ha visto que una mujer puede tener un embarazo normal con un solo riñón, siempre y cuando el otro no se infecte. Por otra parte, las infecciones, el mal funcionamiento renal, los defectos congénitos y la preeclampsia, son más graves en el caso de una mujer que tiene únicamente un riñón.

Shhh… La guía definitiva para enseñarle a tu bebé a dormir

