“Franco, eres un muchachote” y “Mia preciosa, bienvenida” fueron las palabras de la doctora Paloma de la Torre en los partos de mi mujer. Obviamente la primera vez estuve más tenso por la cesárea, nos habían dicho “te abren siete capas de piel para sacar al chamaco” y, aún así, cuando el pediatra dijo “ven para acá”, le di un beso a mi valiente Laura y me coloqué frente a su barriga.
No miré la sangre, mi vista estuvo puesta en las manos que trabajaban para presentarle a mi hijo la maravillosa realidad llamada vida y a partir de ese momento mi existencia dejó de ser mía, se la entregué a él y con su primer llanto descubrí la felicidad plena.
Además, al:
- Verlo tan indefenso, prometí siempre dar la cara por él
- Oír al médico confirmar “todo en orden, todo perfecto”, el alma me regresó al cuerpo e hice el voto de nunca más preocuparme por lo que no es tan importante
- Cortar esa perfecta línea biológica llamada cordón umbilical, un lazo invisible me unió a él para no querer separarme un solo instante
- Informar a las abuelas que ya había nacido, reconocí la deuda de amor que tenía con mi madre por haberla hecho esperar tanto tiempo
- Saber que el mío era el bebé más largo del cunero, saboreé orgulloso su primer triunfo
- Cargar por primera vez ese pedacito de vida, pensé: “ahora sí mis brazos de gimnasio sirven para algo”
- Observar a mi mujer después de la recuperación, mi respeto fue mayor para todas las que crean el milagro de la vida durante nueve meses
- Cambiar el primer pañal me sentí verdaderamente útil y cuando no puedo callar un llanto nocturno, me siento el más inútil
- Ver que sus sollozos –y luego los de su hermana– cesaron con los brazos de mami; comprobé que ese consuelo que buscamos en Dios lo tienen las mamás en su alma
Y a partir de su primera e invaluable sonrisa, soy un hombre rico, millonario y completamente feliz.
P.D. Desde la primera noche con bebé en casa ya no duermo igual, pero ¿quién quiere hacerlo cuando se tiene un ángel en el hogar? Bueno, la verdad es que sí me hace falta. De eso hablo en mi siguiente carta.

Shhh… La guía definitiva para enseñarle a tu bebé a dormir

